El tiempo corre que vuela. Ya pasó un mes y hay ganas de sacar los Mustangs a pasear; tenemos que aprovechar antes de que llegue el frío del invierno y prefieran estar calentitos en sus garajes, hibernando como los osos. Así que fuera pereza y manos a la obra; todos a la aventura, una vez más, a descubrir nuevos rincones.
En esta ocasión nuestros Mustangs nos llevan a la Comarca de las Vegas de Madrid al sureste de la Comunidad, en concreto a la villa de Colmenar de Oreja declarada Bien de Interés Cultural en 2014 como conjunto histórico, por su casco urbano que conserva la esencia original de los siglos XVII al XX y el gran número de elementos singulares de interés. Los colmenaretes sin duda tienen un patrimonio del que sentirse orgullosos y en esa ocasión, con la ayuda de nuestros ponies, nos proponemos descubrirlo.
Con orígenes anteriores a la época romana, debe su nombre y desarrollo inicial a la producción de miel, de aceite y a la extracción de piedra caliza – que siglos más tarde vestiría el Palacio Real, el de Aranjuez, la Cibeles… –, así como al castillo de la antigua ciudad de Aurelia. Tras un delicioso paseo llegamos a Colmenar de Oreja accediendo a su magnífica Plaza Mayor porticada sobre columnas de origen castellano (1676-1794), dejamos descansar allí nuestros vehículos, junto a su ayuntamiento; donde nos espera Isabel que nos ayudará a descubrir las maravillas que esconde este singular municipio.
Comenzamos nuestra visita buceando bajo la Plaza Mayor, atravesando el Arco de Zacatín, que da nombre al puente que su día existió en el barranco, sobre el que se asienta la plaza y que cruzaba el antiguo arroyo; y así llegamos a los jardines de Zacatín, a su fuente, antiguo lavadero y abrevadero (1779).
A un tiro de piedra llegamos al museo municipal (1945). Ubicado en unos jardines y, a partir de 1960, dedicado por sus paisanos al famoso colmenarete que fue Ulpiano Checa (1860 – 1916), alberga una impresionante muestra de pintura y escultura realizada por el artista. Allí nos espera Gregorio con quien recorremos las distintas salas y nos explica los detalles más interesantes de las distintas obras.
En la primera sala, dedicada a Colmenar de Oreja, se cuentan los comienzos del joven que, dotado para el dibujo, con apenas 23 años llegaría a ser profesor adjunto de perspectiva en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid y verdadero dominador de la anatomía del caballo. La sala del mundo romano, contiene obras de pequeño y gran formato de esta temática, que inspiraron grandes producciones de Hollywood como Ben-Hur, Quo Vadis?, o Los últimos días de Pompeya. La tercera y cuarta sala contienen sus trabajos dedicados a América y África. Todavía impresionados por la calidad de las obras contempladas y las explicaciones de nuestro anfitrión, abandonamos el museo con dirección a otro rincón con encanto.
Llegamos al teatro municipal Diéguez, construido a mediados del siglo XIX sobre el antiguo Hospital de la Caridad (siglo XVI), funcionó como corral de comedias, cine y actualmente como teatro, y toma su nombre del famoso actor colmenarete Antonio Diéguez Cruz (1940). Distribuido en tres pisos con palcos y butacas, y con capacidad para 555 personas, presenta un estado de conservación impecable que le ha convertido en escenario de producciones teatrales, musicales y de rodajes de cine y televisión.
Se va acercando la hora del aperitivo y que mejor que visitar una de las bodegas del municipio – porque Colmenar de Oreja también es tierra de vinos –, en esta ocasión la bodega Pedro García. Tras las explicaciones sobre cómo crean sus blancos y tintos llegó el momento de probarlos para ir abriendo el apetito.
Para finalizar nuestro recorrido volvemos en dirección hacia su Plaza Mayor, no sin detenernos antes en la iglesia de Santa María la Mayor, construida inicialmente en el siglo XIII por la Orden de Santiago, con aspecto de fortaleza, fue posteriormente ampliada durante la segunda mitad del siglo XVI y XVII. Diseñados parte de sus elementos por Juan de Herrera y con frescos de Ulpiano Checa, cuenta con un impresionante órgano construido por el alemán Gerhard Grenzing.
Despedimos a Isabel y nos disponemos a dar buena cuenta de la comida preparada en Casa Pepe. Comenzamos por los entrantes de la tierra: queso, chicharrones de Colmenar, y poza típica; de primero, gambón a la plancha, judías blancas con matanza, y revuelto de morcilla con piñones; y, de segundo, chuletitas de lechal, entrecot, y merluza a la romana; y postres caseros para terminar. Todo genial.
Así terminamos un día intenso, recordando que “tres cosas tiene Colmenar de Oreja que no tiene Madrid: las canteras, los hornos de tinajas y el puente de Zacatín”. Habremos de volver para seguir descubriendo tesoros.
Queremos agradecer la colaboración inestimable para la realización de este evento a las siguientes instituciones y personas de Colmenar de Oreja: al Excelentísimo Ayuntamiento de Colmenar de Oreja, a su alcalde David Moya Aguilar; a Estrella Horcajo González, concejala delegado de cultura, turismo, medio ambiente, agricultura, parques, jardines, alumbrado y residuos; y a Isabel Trujillo nuestra cicerona, de la Oficina de Turismo, por darnos todas las facilidades para su organización; a la Policía Local por su ayuda en la ubicación de nuestros vehículos; a Gregorio Piña por compartir con nosotros su pasión y conocimiento sobre la figura de Ulpiano Checa; a la bodega Pedro García por darnos a conocer y probar sus caldos; y al Restaurante Casa Pepe por ayudarnos con su cocina a dar el broche de oro a un día redondo. A todos, ¡gracias!
Banda sonora del artículo: no sabemos si por casualidad, pero de entre todos los tesoros de Colmenar de Oreja, la figura de Ulpiano Checa y su obra nos llevan de la mano al Hollywood dorado de las grandes producciones históricas, y nuevamente a la obra del compositor húngaro Miklós Rózsa.
En esta ocasión, destacamos su composición para Ben-Hur, película dirigida por William Wyler y protagonizada por Charlton Heston, cuya escenografía se inspiró en los impresionantes cuadros de temática romana de Ulpiano Checa pintados a partir de la obra de Lewis Wallace, tanto en su versión de 1925 como en la de 1959; especialmente en la carrera de cuadrigas grabada en los estudios Cinecittà de Roma y que en el caso del propio Ben-Hur tiraban caballos españoles de pura raza.
Esta banda sonora se convirtió en la más larga de la historia del cine, con su más de dos horas y media de duración. Obtuvo el Óscar de su categoría y sigue siendo la única de género épico ambientada en la antigüedad que lo ha conseguido.
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